La sobreinformación en la era internet

[Equipo Enliza (2014)]

 

 

La información, ese escurridizo concepto

Frecuentemente se habla de información aunque sin tener un concepto claro sobre la entidad física o virtual a la que se hace referencia. Se trata de una idea escurridiza que ha generado multitud de definiciones y que, como otras muchas, va adquiriendo precisión en la medida que progresa el conocimiento humano.

La existencia de información requiere de un sistema emisor en el que se produce un cambio de estado y un sistema receptor en el que se desencadena un cambio de estado correlativo, de igual o de distinta naturaleza; para que se produzca la alteración en el sistema receptor se necesita que la materia o la energía emitida por el sistema emisor sea transportada a través de un medio.

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Debe tenerse en cuenta que el concepto de sistema es relativo y determinado por el observador.

La información es un cambio de estado de un sistema físico receptor, producido por la actividad de un sistema físico emisor que emite materia o energía a través de un medio que conecta ambos sistemas.

Si se considera el cerebro humano como un sistema (biológico), se observa que cuando detecta un cambio en el sistema físico exterior (ej. la observación de un incendio) se produce un cambio físico correlativo en el sistema neuronal del cerebro (se almacena en la memoria de trabajo un esquema biológico de la escena del incendio, lo que supone que se modifican estados eléctricos y bioquímicos de grupos de neuronas y conexiones neuronales). En el caso de una toma fotográfica, al abrirse el obturador del objetivo (sistema A) durante una fracción de tiempo, deja pasar la luz del exterior al sensor (sistema B) en el que queda grabada la información de una fotografía digital.

Un proceso de diferente naturaleza al del cambio físico producido por la información es el análisis de ésta y sus efectos en los sistemas altamente complejos. En tales sistemas se realizan operaciones de comparación entre el cambio físico generado desde el exterior con patrones de reconocimiento previamente establecidos. De las operaciones de comparación se sigue actividad o inactividad, según establezca el nivel de inteligencia del sistema.

Desde un punto de vista de los sistemas complejos, la información no es algo abstracto o independiente; por el contrario, ha de estar referenciada a un sistema con capacidad para procesarla. Estamos ante un binomio indisociable. Un texto en arameo no contiene información para la mayoría de las personas, salvo para unos pocos especialistas que comprendan tal lenguaje. Lo que es información para un sistema con capacidad de procesamiento no lo es para otro sistema que no tenga tal capacidad.

La información no es una entidad espiritual, sino materia susceptible de ser observada y cuantificada. La información no es espíritu, sino materia La existencia de información significa que se han producido alteraciones a nivel atómico o subatómico en la materia. Cuando se considera la información contenida en un ordenador, ésta se encuentra materializada en estados eléctricos o magnéticos de átomos o conjuntos de átomos del disco duro, de una memoria flash o de un DVD; la información que se transmite a través de internet lo hace sustentada en fotones (fibra óptica), en electrones (par de cobre) o en pulsos electromagnéticos (wifi, gsm, etc). En el sistema cerebral la información se sustenta en estructuras bioquímicas complejas, pero que no dejan de ser materia.

En general, la información está formada por estructuras ordenadas de materia-energía situadas en el espacio y el tiempo. La información no es una estructura aleatoria o desordenada, sino por el contrario, con una cierta ordenación (de baja entropía).

Es curioso constatar que la misma información puede estar alojada en sistemas de diversa naturaleza. La frase la religión es el opio del pueblo puede estar contenida en un soporte de papel o bien en un archivo de sonido de un DVD; en ambos casos es la misma información pero bajo distintos formatos.

Otro aspecto relevante es que idéntica información puede llegar a una infinidad de receptores de manera simultánea o diferida. La misma información generada por una emisora de televisión puede llegar a millones de personas de manera instantánea o bien diferida en períodos sucesivos.

 

 

Las clases de información de la máquina humana

En el ser humano cabe distinguir los siguientes tipos básicos de información:

Información celular heredada: Información contenida en el ADN, ARN y demás estructuras celulares. Es un conjunto de hardware-software biológico con capacidad de autorreplicación, generación de sustancias y redes de tejidos biológicos y con una limitada capacidad para interrelacionar con el entorno a través de mensajes eléctricos y bioquímicos. Se caracteriza por constituir la estructura básica del sistema cerebral y del resto de las estructuras corporales.

Información celular adquirida: Información producida por la interrelación del entorno exterior con el material genético de la célula, a través de mecanismos físicos o químicos o mediante la manipulación genética realizada por el ser humano.

Hasta hace poco se sostenía que el entorno exterior solo modificaba a muy largo plazo la información nuclear de las células del organismo. En la actualidad se admite que el entorno exterior produce cambios a corto plazo en el material genético, fenómeno abordado por la epigenética.

Además, la evolución del conocimiento, a través de actuaciones biomédicas, permite al ser humano inducir -de manera consciente y dirigida- alteraciones en la información contenida en el ADN y el ARN, tanto de personas como de cualquier otro ser vivo.

Información cerebral: Información contenida en el conjunto de redes neuronales del cerebro humano, sustentada en la combinación de estados eléctricos y bioquímicos de las neuronas y su conexiones. La información cerebral comprende:

-La información del entorno natural y social: recibida por el individuo desde el exterior a través de los órganos de los sentidos.

-La información corporal: indica el estado de los órganos del propio sistema corporal que sustenta al cerebro.

-La información elaborada: el propio cerebro a partir de la información alojada en los diversos sistemas de memoria genera nueva información que se vuelve a almacenar o se desecha.

 

 

El cerebro humano como sistema inteligente

Hasta hace unas pocas décadas la inteligencia, entendida como capacidad de procesamiento de la información y de transformación de la propia capacidad de proceso, residía en una máquina muy especial: el cerebro humano.

Desde los primeros estadios de la civilización cada cerebro ha venido realizando varias funciones claramente diferenciadas:

a) Recibir información a través de los órganos de los sentidos (periféricos de entrada).

b) Procesar la información que le proporcionan los órganos de los sentidos y la información almacenada en las diversas áreas de la memoria.

c) Almacenar la información procesada.

d) Transmitir información a través del sistema auditivo-fonador, mediante códigos mímicos, tactiles o a través de la utilización de instrumentos o aparatos externos (un lápiz y papel, una emisora de radio, una máquina de escribir, etc.) que generan lenguajes simbólicos, fonéticos, gráficos, etc.

La información elaborada en la etapa de procesamiento puede tener alguna de estas consecuencias:

a) La modificación de las propias reglas de procesamiento de la información, lo que constituye el elemento más significativo de la inteligencia humana (modificación del propio software cerebral). La inteligencia de un sistema se caracteriza por la capacidad para modificar de las propias instrucciones para el procesamiento de la información

b) La modificación de la actividad o de la estructura del cuerpo humano, que es el soporte biológico de las funciones cerebrales (modificación del hardware biológico).

c) Transmitir información hacia otros sistemas externos, entre los que se encuentran otros cerebros humanos.

d) Modificar la realidad circundante.

Si consideramos el funcionamiento del cerebro en relación con otros cerebros se observa que puede funcionar bien por sí mismo, autónomamente, o bien, conectado o intercomunicado en red con los demás cerebros.

 

 

La información social en el inicio de las civilizaciones

Entendemos por información social la que es susceptible de transmitirse entre los cerebros de los seres humanos haciendo uso de sus órganos periféricos, caracterizada por su mayor velocidad de transmisión comparada con la información que se obtiene por vía genética o epigenética, que se transmite a las sucesivas generaciones de forma mucho más lenta.

Las consecuencias de los flujos de información social -tan enormes en la actualidad- solo pueden ser comprendidas a partir del conocimiento de lo que sucedió en las sociedades que nos han precedido. Para ello nada mejor que comenzar con las características presentes en las civilizaciones más remotas en cuanto al tratamiento de la información social.

a) El ser humano únicamente contaba con su cerebro como sistema inteligente de procesamiento de la información. Esta máquina tenía -y tiene- serias limitaciones en cuanto al almacenamiento de información y a la velocidad de su procesamiento.

La información que se transmite de un cerebro A a otro B es una información previamente procesada, de tal manera que la información que proviene del sujeto emisor A no es la misma que éste recibió, dado que se producen omisiones y alteraciones como consecuencia de las imperfecciones de la actividad cerebral.

La información de entrada procesada por el cerebro da como resultado una información de salida que contiene gran cantidad de errores y omisiones

Cada cerebro podía compartir u ocultar la información a su conveniencia e incluso podía mentir y fabular con facilidad dado que no abundaban las fuentes de conocimiento alternativas para contrastar hipótesis. Esta situación producía el caldo de cultivo para el nacimiento y pervivencia del homo religiosus que, al amparo del déficit de información, construía explicaciones de los procesos naturales en base a la intervención de deidades y personajes mitológicos.

b) El soporte principal para el almacenamiento temporal de la información radicaba en el sistema neuronal del cerebro humano. Esto tenía unas graves consecuencias, dadas las limitaciones de este sistema de almacenamiento:

-Su capacidad de almacenamiento es limitada puesto que las neuronas no son infinitas.

-La velocidad de grabación y recuperación de la información es muy lenta.

-El soporte biológico de la información es inestable, se altera contínuamente (errores, amnesia, estrategias de engaño) y, en último extremo desaparece con la muerte del individuo, por lo que, tarde o temprano, de manera inexorable se perderá toda la información. La fiabilidad y perdurabilidad de la información es, por tanto, muy limitada.

c) La comunicación espacial cercana e instantánea entre los cerebros se realiza por los canales visual y fonoauditivo y, en menor medida, por los canales táctil, olfativo y gustativo.

Los lenguajes orales, que se transportan a través del canal fonoauditivo, proveen una mayor precisión en el intercambio de información frente a los lenguajes mímicos, que utilizan el canal visual. Pero la cantidad de información transmitida mediante el lenguaje oral es relativamente baja debido al propio sistema de codificación de los sonidos (que necesitan un cierto tiempo para su articulación) y a las características de los órganos de la fonación y de la audición.

Además el canal fonoauditivo tiene como hándicap la corta distancia a la que puede utilizarse para transmitir la información. Emisor y receptor han de estar, en condiciones normales, como máximo a unas decenas de metros. La capacidad de multidifusión instantánea se reduce, en el mejor de los casos, con condiciones acústicas favorables, a unos pocos miles de personas. La multidifusión diferida es muy limitada debido a que los desplazamientos de las personas con una información memorizada han de realizarse a pie o utilizando animales de transporte como el caballo.

d) El funcionamiento en red de los cerebros podía paliar en alguna medida las deficiencias de los cerebros individuales en cuanto al almacenamiento y replicación de la información, pero no era suficiente.

La replicación de la información tenía lugar cuando ésta era transmitida de un cerebro a otro. Para evitar la pérdida de la información acumulada ésta se transmitía, antes de su muerte, de los más viejos a los más jóvenes tanto si permanecían como si abandonaban la tribu. Los ancianos del clan tenían la relevante función de ser los depositarios de gran parte de la información acumulada. Era todo un trabajo en red social a través del espacio y el tiempo.

Pero el grupo social también podía ser exterminado por epidemias, hambrunas o guerras por lo que se perdía irremisiblemente toda la información, tanto individual como colectiva, que albergaban los cerebros. La compartimentación de los grupos sociales en áreas geográficas restringidas impedía la pervivencia de la información mas allá de sus fronteras.

La conexión en red de los cerebros se realizaba exclusivamente mediante los periféricos constituidos por los órganos de los sentidos: ojos, oídos, nariz, lengua, sensores tactiles. En los albores de la humanidad el único soporte de almacenamiento masivo de información social era el propio cerebro humano, con límites muy acusados para esta función Estas redes tenían graves desventajas. Por una parte los cerebros debían mantenerse agrupados, en una relativa cercanía, pues no tenían instrumentos para intercambiar información a una distancia mayor de la que pudiese alcanzar la vista o el oido. Tampoco podían transmitir eficazmente la información en el tiempo puesto que no existían, en un principio, sistemas de almacenamiento de información relativamente imperecederos como la escritura sobre piedra, arcilla, cuero o papiro. El único soporte de almacenamiento masivo de información social era el propio cerebro humano.

 

 

La aparición de los lenguajes de doble código

La transmisión/recepción de la información masiva a través del espacio y el tiempo constituyó un gran problema para las sociedades primitivas mientras fueron desconocidas las técnicas apropiadas.

La necesidad de perpetuar la información sin depender del frágil soporte cerebral, fomenta la aparición de lenguajes basados en símbolos gráficos (dibujos, ideogramas, letras) y, en paralelo, la utilización de soportes perdurables (arcilla cocida, piedra, papiro, metal).

Aparecen los lenguajes de código gráfico (escritura) que pudieron desarrollarse desde un principio asociados probablemente a los lenguajes de código fonético preexistentes. Sea como fuere, se produce una evolución hacia los lenguajes de doble código. La misma información se va transmitir con un código gráfico y/o con un código fonético ya que se producirá una correspondencia entre los símbolos de ambos.

Se produjo una situación de complementariedad: El lenguaje de código fonético se utilizaba para la comunicación inmediata entre las personas ya que la emisión y recepción del mensaje es muy sencilla mediante el aparato fonoauditivo. El lenguaje de código gráfico se utilizaba para la comunicación diferida dado que la emisión de los mensajes escritos en esta etapa histórica era muy lenta (aunque la velocidad de recepción cuando se lee un texto con un entrenamiento cultural adecuado es superior a la del código fonético).

En este estadio de la historia comienza a declinar levemente la importancia del cerebro humano como soporte de almacenamiento de la información, aunque sus capacidades de procesamiento no mermaban, sino todo lo contrario.

Los lenguajes escritos permitían:

a) La transmisión fiable de la información a través del tiempo ya que los soportes utilizados (piedra, arcilla cocida, papiro) eran más perdurables que el cerebro humano.

b) La transmisión fiable de la información en el espacio. Aumento de la distancia de transmisión: La información podía ser transportada a cualquier remota región sin temor a que el cerebro humano la olvidase.

c) La acumulación de información, si bien en una escala muy modesta. El simple almacenamiento de información en un único soporte o de un conjunto de soportes en un mismo lugar, producía el fenómeno de la acumulación.

d) La replicación de la información mediante las técnicas de copiado, lo que suponía una mínima capacidad de multidifusión, aunque circunscrita a las minorías agrupadas en castas religiosas o cercanas al poder.

 

 

La imprenta: primera herramienta de replicación masiva de información

La aparición de la imprenta en el siglo XV va a suponer una revolución en el manejo de la información por los seres humanos; con la utilización de la imprenta y el soporte de papel, la información dará un salto cualitativo: la replicación en masa. Ingentes cantidades de información van a poder ser almacenadas para su transmisión fidedigna en el espacio y el tiempo. La tradición oral y el almacenamiento de información mediante el lento copiado de incunables perderán su exclusividad.

Lo más importante es que decae la función del cerebro humano como almacén de información. El juglar o el recitador que iban de villa en villa pierden su empleo en favor de los transportistas de libros y los libreros. Con la aparición de la imprenta decae la función del cerebro humano como almacén de información

Los libros impresos acumularon todos los conocimientos científicos, las artes literarias, los hechos históricos, las creencias irracionales, etc., en definitiva todo el pensamiento de los seres humanos, toda la información cultural generada por la sociedad.

Con la imprenta se produce, además de la multidifusión mediante el lenguaje escrito, la multidifusión gráfica (dibujos, grabados), lo que supone otro importante salto cualitativo ya que la información contenida en una imagen puede llegar a ser muy superior a la albergada en una superficie equivalente de papel mediante lenguaje escrito.

Tras la eclosión producida por la imprenta, Con la generalización paulatina del libro, aumenta la velocidad de lectura del cerebro y se mejora su capacidad de procesamiento de la información ningún cerebro podrá ya ser capaz de acumular ni siquiera una mínima parte de la información almacenada en soporte papel, pero, como contrapartida, se produce una situación ventajosa ya que el tiempo y la energía ahorrada pueden ser dedicados, en lo sucesivo, a aumentar la capacidad de procesamiento del propio cerebro. El cerebro aprende a procesar de diversas maneras la información externa que se acumula sin cesar. Un nuevo software racional se va abriendo paso en las mentes frente al software religioso que impedía el progreso científico.

 

 

El big-bang de la información

A partir del siglo XIX, junto a los lenguajes oral y escrito, se abren camino lenguajes basados en soportes audiovisuales que se combinan con medios de transmisión de la información cada vez más potentes, cuya ventaja radica en que no es necesario el aprendizaje y dominio de un lenguaje gráfico. Irrumpen sucesivas tecnologías analógicas de telecomunicaciones, replicación y almacenamiento de información masiva (fonógrafo, fotografía, telefonía, cine, radio, televisión, vídeo, fotocopiado...) que, en el último tercio del siglo veinte, han sido sustituidas, en gran medida, por las tecnologías digitales con la irrupción de los ordenadores, las redes y los miles de tipos de periféricos asociados.

Para la información social, la era de las tecnologías digitales ha supuesto un crecimiento exponencial de:

La confluencia de tales hechos ha producido la generación de flujos de información que han llegado a ser, en la práctica, inconmesurables. Es el big-bang de la información.

Llegados a este punto, la cantidad de información de la que dispone el ser humano es abrumadora y desconcertante para el órgano rey de la información en otros momentos históricos: el cerebro humano.

Ya en el siglo veinte, e incluso antes, el cerebro humano estaba en clara desventaja para gestionar la información puesto que toda la que se acumulaba en el soporte libro era inabarcable para el cerebro.

El cerebro no es útil para almacenar grandes volúmenes de información aunque, paradójicamente, gran parte de la enseñanza en nuestros días se dirige a convertir el cerebro en un almacén de datos en lugar de mejorar sus capacidades de procesamiento y de enfrentarse a este nuevo fenómeno de la información en masa que requiere otro tipo de habilidades para analizar, sintetizar, seleccionar, jerarquizar, comparar, verificar, etc.

Sin embargo el cerebro humano sigue teniendo un gran valor como soporte de procesos controlados por programas neuronales para analizar la información y transformar la realidad. El cerebro humano sigue teniendo un gran valor como almacén de destrezas y habilidades y, junto con sus órganos periféricos, conforman una máquina extraordinaria para transformar la naturaleza y las mismas sociedades integradas por estas máquinas biológicas.

El ser humano puede ser considerado como una máquina con un hardware biológico (sistemas de procesadores unidos en red), buses de datos (sistema nervioso, mensajes bioquímicos), periféricos (órganos corporales) y diversos tipos de software soportado en estructuras biológicas diversificadas: ADN, ARN, redes neuronales, etc.).

Esta máquina biológica tiene una importante propiedad: la adaptabilidad para convivir con las realidades más dispares y llegar a transformarlas; tiene un poder de transformación. Pero también tiene un poder sobre otras máquinas no-biológicas circundantes, con lo cual, la capacidad de transformación de la realidad se multiplica.

Hasta el momento histórico en que nos encontramos, el cerebro -unido a su correspondiente cuerpo- como máquina biológica para el proceso de la información ha tenido un gran valor en tanto en cuanto era insustituible. No había mejor máquina para el procesamiento y almacenamiento de la información. Un profesor de matemáticas, un delineante, un tornero, eran insustituibles. No había ninguna entidad alternativa que pudiera dar una clase de matemáticas, realizar un plano de un edificio o realizar una pieza compleja. La irrupción masiva y vertiginosa de las tecnologías de la información y de las comunicaciones a finales del siglo veinte ha propiciado que el cerebro humano, como máquina procesadora de la información, comience a ser sustituible. La labor del profesor de matemáticas, del delineante o del tornero puede ser realizada con mayor eficiencia y velocidad por programas de ordenador y periféricos adecuados. Hasta tal punto que las profesiones de delineante y de tornero prácticamente han desaparecido. Los profesores de matemáticas aún no han desaparecido pero en el futuro cercano correrán la misma suerte. Otras muchas profesiones, por no decir la mayoría, correrán la misma suerte. Nos encontraremos, en todo caso, con profesionales altamente sustituibles que gestionarán máquinas especializadas a las que se trasladarán decisiones simples tal como cuando pulsamos un conmutador para encender una bombilla (piénsese todo lo que sucede cuando simplemente activamos un botón para poner en marcha nuestro ordenador personal).

Las funciones de los trabajadores van siendo asumidas paulatinamente por máquinas gobernadas por ordenadores en los que se alojan fragmentos de inteligencia humana. A su vez, estas máquinas son controladas por un número significativamente reducido de cerebros humanos, con menores destrezas que el delineante o el tornero primitivos.

Al mismo tiempo que disminuyen los especialistas en áreas de producción tradicionales surge la necesidad de contar con especialistas en tecnologías emergentes, pero en un número significativamente menor que los que han sido eliminados.

Bajo el actual sistema de producción el cerebro humano empieza a ser prescindible en muchos campos de la producción y la carrera sólo está en sus comienzos. Numerosas profesiones están amenazadas: desde los cirujanos, que desaparecerán tal como los conocemos hoy en día, cuando se generalice la robótica médica, hasta los empleados de las cajas de los hipermercados, cuando se impongan los sistemas de cobro automático de los productos elegidos. Los traductores de idiomas llegarán a ser reemplazados casi por completo. La enseñanza se apoyará cada vez más en programas informáticos para inocular conocimientos y destrezas en los alumnos, con la ventaja de que se podrá llegar a la enseñanza personalizada. Muchos más ejemplos de prescindibilidad del cerebro podrían traerse a colación y otros muchos se producirán en el futuro inmediato que no somos capaces ni siquiera de imaginar.

La devaluación del cerebro humano ante el sistema productivo ha sido consecuencia del desarrollo de las tecnologías de la información y las comunicaciones que han propiciado que la inteligencia humana (la capacidad de captar, almacenar, procesar y emitir datos) haya podido ser enlatada. En definitiva, se han transferido las capacidades del cerebro humano a máquinas externas.

En la actualidad la inteligencia no reside únicamente en el cerebro humano. También se halla alojada en los millones de programas informáticos de todo tipo, asociados a máquinas especializadas que los ejecutan, y que, originariamente, fueron elaborados por cerebros humanos. Los programas informáticos son elementos de inteligencia acumulada, más o menos rudimentarios, originados por el cerebro humano

El software con el que las máquinas procesan la información constituye inteligencia acumulada, que puede compararse a la estructura de una cebolla compuesta por un núcleo inicial que va ganando paulatinamente en complejidad a medida que se añaden capas y capas de nuevas funciones. El proceso de acumulación de inteligencia es irreversible.

El software o conjunto de procedimientos para procesar la información puede ser construido de muy diversas maneras: con elementos biológicos (ADN), con elementos mecánicos (regla de cálculo), con números binarios, decimales, hexadecimales, etc.

Desde el punto de vista de su origen, debe considerarse el software social, generado por la inteligencia humana y que, en nuestra civilización, utiliza soportes externos al cerebro para su transmisión y replicación en el espacio y el tiempo. Los programas de ordenador constituyen el más reciente e importante ejemplo de software social.

Llegará un momento relativamente cercano en que el software social se integrará en unidades de inteligencia con capacidades globales superiores a la inteligencia humana. Actualmente esto ya sucede con algunas capacidades parciales, como la potencia de cálculo matemático, muy superior en las máquinas informáticas.

El proceso de acumulación de inteligencia en forma de software informático se multiplica cuando se interconecta en los millones de redes paralelas, superpuestas o entrecruzadas. La utilización del software en red aumenta exponencialmente la potencia y velocidad del procesamiento de la información. Se está produciendo un salto cualitativo hacia la inteligencia en red.

Las redes acentúan la devaluación de la inteligencia cerebral. Las habilidades de procesamiento de un cerebro individual pueden ser fácilmente reemplazadas. El cerebro humano es hoy una pieza dentro de redes mixtas en las que coexisten cerebros y máquinas. Puede accederse a cualquier cerebro humano desde lugares muy distantes.

La actual coexistencia de inteligencia biológica e inteligencia artificial probablemente dará paso a un predominio de esta última. La evolución de ambas no deja lugar a dudas. El cerebro humano es el mismo de hace miles e incluso millones de años, pero la inteligencia social ha crecido de manera exponencial en apenas unas décadas y es previsible que lo siga haciendo, como mínimo, al mismo ritmo.

 

 

El cerebro agobiado

En el cerebro humano pueden diferenciarse varias funciones primordiales en relación con la información proveniente del entorno social:

La sobreinformación incide, en mayor o menor medida, sobre todas las funciones anteriores, de manera que:

Entre los síntomas que se enumeran por los especialistas en la materia figuran: agotamiento intelectual; parálisis de la capacidad de análisis; angustia; dudas; incremento de los errores; retraso en las decisiones; falta de atención (dispersión) por la actividad multitarea; disminución de la capacidad de mantener un diálogo continuado a través de medios no tecnológicos; irritabilidad causada por la fatiga, etc.

Estamos ante un cuadro de infoxicación (sobrecarga informativa), término acuñado para englobar los efectos causados por la sobreinformación en el indivíduo, o lo que es lo mismo, cuando la información recibida es mayor que la que somos capaces de procesar.

La sobreinformación implica que el cerebro humano únicamente es capaz de adquirir o procesar una parte insignificante de la información y conocimiento proveniente de su entorno social. En último extremo, puede llegar a tener un efecto similar a la ausencia de información: la incapacidad para tomar decisiones. Lo que en un momento era información con el paso del tiempo, tras un crecimiento exponencial, se convierte en ruido.

 

 

Perdidos en la selva de la información

Para el nómada del desierto no es muy difícil almacenar información sobre la escasa vegetación que encuentra a su paso. Puede conocer la morfología, el colorido, el olor, el sabor y el tacto de todas y cada una de las plantas. Adivina de qué tipo son las escasas agrupaciones vegetales que se vislumbran en la distancia. Si transita un camino con frecuencia puede predecir lo que se divisará tras el horizonte.

En la selva tropical el explorador se abre camino a través de miles de especies vegetales. Detrás de cada muro vegetal aparece otro en sucesión infinita. Salvo que sea un especialista en botánica, sólo es capaz de conocer las características de unas pocas plantas, aquellas que le suponen un beneficio para su supervivencia o un perjuicio grave para su vida. Cada vez que vuelve a pasar por el mismo sitio no lo reconoce o, en el mejor de los casos, le resulta difícil identificarlo puesto que la selva no ha cesado de crecer y de cambiar de forma en su ausencia.

El caso del explorador en la selva puede ser extendido a otros muchos aspectos prácticos de nuestra vida que se han vuelto extremadamente complejos como comprar un libro, un disco, un ordenador, un pegamento, contratar un viaje de vacaciones, conseguir información en internet, aprender a manejar un programa, un teléfono móvil o simplemente el mando inalámbrico del televisor.

En nuestros días el ser humano ha de transitar necesariamente a través de una apabullante selva de datos que crece de manera imparable. En un lapso histórico -que no geológico- se ha pasado del desierto a la selva, de la escasez a la hiperabundancia. Los individuos y las sociedades han de hacer frente a la sobreinformación, que se expande de manera semejante a una reacción termonuclear en cadena.

En etapas históricas lejanas el objetivo era conseguir y acumular información, salir del estado de escasez. El exceso de información no era precisamente un problema. Por entonces el hombre era un nómada en el desierto de información que buscaba oasis de manera afanosa. Hoy es un náufrago en la selva de la información.

Estamos bombardeados por la publicidad en todos los soportes imaginables, las publicaciones escritas pueden contarse por millones, la información en soportes digitales y la accesible a través de internet y otras redes es casi imposible de medir y aunque se midiese, en último término la maquinaria cerebral humana sería incapaz de digerir.

Hace unas décadas se podían memorizar los títulos de las obras literarias que aparecían cada año en un país de tamaño medio, incluso personas no muy ocupadas podían leer una gran parte de ellas. Hoy ambas cosas parecen imposibles cuando se cuentan por millones los documentos y libros en soportes tangibles publicados anualmente y millones las páginas web y archivos digitales de texto, imagen y sonido.

Estamos en una era de creación, transmisión y almacenamiento masivo de información en todos los campos del conocimiento con un crecimiento exponencial. Es la información en avalancha. Esta situación tiene dos caras. Una de ellas muy positiva es que el saber humano tanto en extensión como en profundidad se difunde como en ninguna otra época de la historia. Internet es la biblioteca de Alejandría de nuestros tiempos. Nunca se tuvo acceso tan ingente cantidad de conocimientos, lo que unido a la actuación en red de los seres humanos en simbiosis con los redes informáticas lleva a la producción de mayor conocimiento de manera exponencial.

 

 

Adaptarse o morir: Posibles estrategias ante la sobreinformación

Los efectos de la sobreinformación no se conocen en profundidad dado que se trata de un fenómeno en permanente evolución y, en términos históricos, su recorrido es aun muy breve. De lo observado hasta la fecha cabe indicar medidas genéricas de actuación, puestas en práctica en diferentes ámbitos, pero que han de irse generalizando:

Ante la sobreinformación, debe incidirse sobre la enseñanza, en todos sus niveles, para que se abandonen los patrones decimonónicos y religiosos. Es inconcebible seguir utilizando esquemas memorísticos y obligar al alumnado a aprender de memoria datos no esenciales que las máquinas recuerdan mucho mejor. Se pide a los alumnos que memoricen hechos históricos, fechas, gobernantes, accidentes geográficos, fórmulas matemáticas, etc. y que las repitan como papagayos. Se trata, en definitiva, de entrenar al cerebro para que se convierta en un aparato meramente reproductor de la información sin priorizar sus capacidades de procesamiento de la información. La enseñanza debería enseñar al alumno, en cada una de las especialidades, a seleccionar información, a analizarla, establecer relaciones y categorizar. Pero quizá esto es muy peligroso ya que genera librepensadores que pondrían en cuestión los dogmas establecidos. Sin embargo la realidad es implacable y quien no se adapte a esta nueva forma de procesar la información pasará a engrosar las filas de los analfabetos digitales.

Junto a la necesaria transformación del procesamiento cerebral de la información irán surgiendo nuevas tecnologías que den respuesta al tratamiento de la información en avalancha. En esta línea puede catalogarse los buscadores web inteligentes, la minería de datos, y la inteligencia artificial

Como un hito futuro debemos contemplar la implantación de la inteligencia artificial, que no es sino un conjunto de técnicas con capacidad para operar sobre situaciones complejas en un tiempo mínimo. Se adiestran redes neuronales (de neuronas-software) para que sean capaces de aprender al mismo tiempo que trabajan. Es una simulación del modo de actuar de las neuronas biológicas, de manera que ante una situación no prevista la neurona-software es capaz de modificar su comportamiento y adaptarlo sobre la marcha. En general, puede decirse que la inteligencia es la capacidad tanto de procesar la información como de modificar las reglas de procesamiento.

La evolución de las técnicas de búsqueda y análisis de la información tiene todavía mucho recorrido. Así si consideramos la información explícita en un texto mediante secuencias de palabras es relativamente fácil de analizar para una máquina que puede generar descriptores automáticamente. Mayores dificultades tiene -alguna de ellas insalvables por el momento- la generación de descriptores para la información implícita y la información contextual, que han de ser confiadas actualmente al cerebro humano.

Si para las máquinas el análisis de los textos es complicado, mucho más aún lo es la información contenida en las imágenes, aunque se está trabajando en inteligencia artificial para la extracción de conocimiento de los bancos de imágenes. Para una máquina es realmente dificil, por ahora, adosar la etiqueta mujer a caballo calle ciudad de Oxford a la imagen de una mujer paseando a caballo por una calle de las afueras de Oxford.

Lo que si parece claro es que las máquinas van a jugar un papel primordial en el acceso a la información. En la actualidad puede afirmarse que dependemos de máquinas tanto para tener capacidad de conectarnos a otras personas o redes sociales como para tener acceso a la información, sea cual fuere su grado de especialización o complejidad.

La sociedad de la sobreinformación puede llevar a consecuencias aparentemente contradictorias. Puede llegar a suceder que la sobreinformación produzca un perpetuación de quienes detentan el poder social, puesto que estas élites van a contar con unos medios humanos y tecnológicos con capacidad de desbrozar el magma de la información y categorizarlo de una manera más certera que el resto de la sociedad, sepultada por los datos. En nuestros días comienzan a vislumbrarse estos problemas tras conocerse que los servicios de inteligencia de diversos países analizan información masiva de las comunicaciones de las redes sociales o las redes de telecomunicaciones. Procesos de control social se realizan ininterrumpidamente por empresas proveedoras de servicios en internet o empresas de suministros, mediante la captura y el análisis de datos de cualquier tipo de todos sus usuarios.

Sin duda esta nueva situación supone una generación de conflictos sociales entre la minoría que detenta el control de la captura o el procesamiento de la información y la mayoría de la sociedad que quedará sometida salvo que consiga establecer los suficientes límites a tan inmenso poder.